jueves, 21 de enero de 2016

EL CUMPLIMIENTO DE UN PROPÓSITO OCULTO



La tendencia homosexual siempre se ha dado. Desgraciadamente siempre ha habido personas con ese daño en su afectividad. Y la ha habido en todas las razas y en todas las culturas de todos los tiempos. Es más, en algunas culturas, aunque como cosas excepcional, se llegó a convertir en un antivalor aceptado y no mal visto.

Pero nunca en la historia, en ninguna cultura desarrollada, se había dado el propósito de difundir entre la población juvenil -niños y adolescentes- la práctica del homosexualismo. Todo lo contrario, la norma era ensalzar la masculinidad en los jóvenes y la femineidad en las chicas. De ahí que haya existido en la mayoría de las culturas que a determinada edad hubiera que pasar por algún tipo de celebración que significara el pasa a la adultez y la asunción de las responsabilidades que correspondían a los adultos según el propio sexo.

¿Entonces por qué en la cultura occidental se está tratando de imponer el homosexualismo como un modo de vida equiparable al heterosexualismo tradicional?

Las reales motivaciones que están detrás de todo esto quizás sean conocidas nomás por los maliciosos poderes que lo promueven desde la oscuridad y las sombras. Pero, sea cuál sea su motivación última, lo que se ve claro es que sirven a los intereses del infierno, son enemigos de Dios y buscan desgraciar a nuestros hijos e hijas, buscan destruirles su masculinidad y su femineidad, buscan anularles su identidad sexual. Destruirlos en su personalidad de ese modo es condernarlos a ellos a una muerte en la que no les quedará la trascencia natural que son los hijos. Y condenarnos a nostros a ver como desaparece del mundo nuestra propia simiente.

Si amamos a nuestros hijos, debemos a toda costa y con todos los medios a nuestro alcance protegerlos de esta agresión maldita y planificada.