LA AGRESIÓN HOMOSEXUAL QUE UN NIÑO(A) RECIBE DE UN(A) ADULTO(A) O UN(A) ADOLESCENTE, SEA UNA AGRESIÓN VIOLENTA, SEA UNA AGRESIÓN POR INDUCCIÓN O SEA UNA AGRESIÓN POR SEDUCCIÓN, INDEPENDIENTEMENTE DEL DAÑO FÍSICO QUE LE ACARREE, QUE PUEDE NO HABERLO, PRODUCE UN DAÑO MÁS PROFUNDO QUE AFECTA A SU IDENTIDAD SEXUAL.
CON LA REITERACIÓN DE LA AGRESIÓN, EL DAÑO SE VA HACIENDO MÁS Y MÁS GRAVE Y SE PRODUCE EN LA VÍCTIMA UNA GRAN CONFUSIÓN PSICOLÓGICA Y SE IMPLANTA EN ELLA LA TENDENCIA A REPETIR LA EXPERIENCIA VIVIDA EN LA AGRESIÓN.
SI EL NIÑO O LA NIÑA NO TIENEN EL APOYO DE UNA AUTÉNTICA CONVICCIÓN RELIGIOSA Y NO RECIBEN LA NECESARIA AYUDA AFECTIVA Y PSICOLÓGICA, LOS ACTOS HOMOSEXUALES, QUE PRIMERO FUERON VIOLENTACIÓN DE SU INTIMIDAD DE LOS QUE FUERON VÍCTIMAS, A CAUSA DE LA TENDENCIA IMPLANTADA Y FORTALECIDA POR LAS SUCESIVAS AGRESIONES, TERMINAN SIENDO POSITIVAMENTE BUSCADOS, LO MISMO PARA TOMAR LA INICIATIVA DE LLEVARLOS A CABO CON EL AGRESOR QUE PARA TOMAR LA INICIATIVA CON OTROS ADULTOS O MENORES.
CON EL TIEMPO, EN LA MAYORÍA DE EDAD O/Y ANTES, ESE IMPULSO DE TOMAR LA INICIATIVA MUY POSIBLEMENTE LO LLEVARÁ A INDUCIR, SEDUCIR O VIOLENTAR A OTRO MENOR, Y REPETIR, ESTA VEZ ÉL COMO ABUSADOR, EL ABUSO QUE ÉL RECIBIÓ.
No hay comentarios:
Publicar un comentario